Los Mitos Griegos en el establecimiento del Psicoanálisis y el desarrollo de la Psicología Junguiana.
Por Antonio Las Heras
Cuando entre los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX Sigmund Freud (1856/1939) establece los primeros esquemas del Psicoanálisis y, con ello, funda la moderna Psicología de lo Inconsciente, lo hace sobre dos elementos que no dudamos en llamar piedras angulares, tal cual son la interpretación de los sueños y el complejo de Edipo. Freud construyó este concepto a partir del mito helénico de Edipo. Más precisamente sobre la obra Edipo Rey, escrita por Sófocles el trágico nacido en Colona, cerca de Atenas, en el año 495 a. J. quien llegó a escribir hasta 123 obras de las que en la actualidad sólo se conservan, aparte de algunos fragmentos, tan solo 7 tragedias completas: Antígona, Edipo Rey, Ayax, Las Traquinias, Filoctetes, Edipo en Colono y Electra.
Recordemos, ahora, sucintamente, lo que esta historia refiere. Edipo es hijo del Rey Layo y de Yocasta. Layo es anoticiado por el Oráculo que su propio hijo lo asesinará. Persiguiendo evitar que eso se cumpla el rey entrega al recién nacido Edipo a un sirviente para que lo abandone en un cerro de Citerón. El sirviente no es capaz de semejante hecho, por lo que entrega al bebé a un pastor. Este lo acoge para dárselo al rey de Corinto, Pólibo y su esposa Mérope. Estos lo adoptan, lo nombran Edipo (que puede entenderse como «pies hinchados») criándolo como su propio hijo. Edipo crece y al escuchar rumores acerca de que el rey y la reina no son sus padres, consulta al oráculo a Apolo en Delfos (usualmente conocido como “Oráculo de Delfos”) donde le es vaticinado que dará muerte a su propio padre y se casará con su madre. Pero, claro, el Oráculo no responde a la duda que el consultante traía. Edipo convencido que sus padres eran Pólibo y Mérope decide no regresar nunca a Corinto. Camino hacia Tebas los hechos se desencadenan. Edipo encuentra a alguien que no conoce – pero que es Layo – y ambos discuten, pues ninguno quiere ceder el paso. Combaten y Edipo mata a Layo. Edipo llega a Tebas que estaba diezmada por la peste, donde le informan que se trata de una maldición provocada por la Esfinge. Sólo quien pueda responder sus acertijos y derrotarla liberará a la ciudad. Edipo lo hace y le entregan como esposa a Yocasta. Cuando Yocasta descubre que Edipo es su hijo se suicida. Edipo, incapaz de soportar el horror del parricidio y el incesto, se saca los ojos y abandona la ciudad para vagar, sólo atendido por su hija Antígona.
De esa historia mítica se vale Freud para construir el concepto de “complejo de Edipo.” La primera vez que así aparece mencionado en la obra freudiana es en 1910, (1.-) aunque los biógrafos de Freud así como los historiadores del Psicoanálisis deducen que cuando se refiere en 1908 a los “conflictos nucleares” (Kernkonflikte) (2.-) ya está haciendo referencia a lo edípico.
Al sólo efecto de dar algunas precisiones psicoanalíticas, digamos aquí que, para Freud, el complejo de Edipo es universal, se encuentra tanto en varones como en mujeres, aunque no tenga igual evolución para ambos sexos. Carl Gustav Jung (1875/1961) fue, primero considerado el discípulo consagrado y “príncipe heredero” de Sigmund Freud. Fue durante algún tiempo su seguidor destacado, dirigía la publicación oficial del grupo y presidía los congresos de Psicoanálisis. Empero esto duró poco pues el Sabio de Zurich tenía sus propios criterios basados en las investigaciones personales que realizaba.
Llegado a este punto también digamos que la idea de “complejo” que fue tomada enseguida por el Psicoanálisis es producto del pensamiento de C. G. Jung.
Jung, partiendo de la descripción del complejo de Edipo, construyó lo que para él era lo que sucedía en la mujer llamándolo «complejo de Electra». Se vale así de otra historia helénica. Recordémosla, también, sucintamente. Electra (en griego antiguo Ἠλέκτρα Êléktra) o Laódice acorde a la narración homérica es una Atrida – descendiente del rey Atreo – hija de Agamenón y Clitemnestra. No estando Electra en Micenas, su padre regresa de la Guerra de Troya siendo asesinado – junto con Casandra, su concubina – tal vez por Egisto (amante de Clitemnestra) o tal vez por la misma Clitemnestra. Cumplidos 20 años, el oráculo a Apolo en Delfos ordena a Orestes (hermano de Electra) que regrese a Micenas con el fin de vengar la muerte de su padre. Orestes, tras ejercer su acto de venganza (en algunas versiones con ayuda de Electra, en otras de su amigo Pílades), enloquece siendo perseguido por las Erinias, (o Furias) cuya misión era castigar cualquier trasgresión a los lazos de piedad familiar. Electra no fue acosada por las Erinias.
Orestes se refugia en el templo de Delfos donde había recibido la orden de venganza. Finalmente, Atenea lo recibe en la Acrópolis y se conviene un juicio ante doce jueces. Las Erinias reclaman a su víctima. Orestes presenta como atenuante el haber cumplido las disposiciones oraculares. Los votos de los jueces resultan equitativamente divididos y es Atenea quien otorga su voto a favor de la absolución. Con el tiempo, Electra es desposada por Pílades, el amigo íntimo de Orestes e hijo del rey Estrofo.
Basado en éste relato, Carl G. Jung construye la idea del “complejo de Electra” describiéndolo como la atracción sexual inconsciente que siente una niña hacia su padre. Freud jamás aceptó este desarrollo.
Empero, debe decirse que en el mito de Electra aparecen varios de los símbolos que permitirán a C. G. Jung edificar la estructura de la psique incorporando la existencia de lo “inconsciente colectivo” común a todas las personas de todos los tiempos, donde se encuentran las estructuras arquetípicas que dan sustento a las civilizaciones.
Así en Electra encontramos a Atenea favoreciendo a Orestes con lo que desbalancea el fallo de los jueces. Esos jueces bien pueden simbolizar la consciencia que implica la duda; esa duda neurótica que termina inmovilizando a la persona pues no surge la síntesis, la decisión. Atenea es pues aquí el símbolo de aquello que en Psicología Junguiana se conoce como el Arquetipo del Anima; el aspecto psíquico femenino que mora en el psiquismo masculino y que de cuya discusión y posterior incorporación depende una vida en plenitud. Orestes es la encarnación del Arquetipo del Héroe; en este caso un héroe desarrollado hasta cierto punto. Mas hay otros mitos donde el héroe alcanza bastante bien su plenitud y que fueron muy estudiados tanto por Carl Jung como sus discípulos más cercanos y aún seguimos haciéndolo nosotros. Me refiero, claro está, a Ulises de Itaca (actuales islas Jónicas) u Odiseo. (Ὀδυσσεὺς en griego, Vlixes en latín.) El mejor exponente de esa estructura colectiva inconsciente que, cuando halla real encarnadura, denominamos Arquetipo del Héroe.
El sendero que recorre el Arquetipo del Héroe – en todos los mitos de cualquier cultura – simboliza el recorrido realizado en busca de conseguir el pasaje desde la consciencia infantil a la consciencia adulta; lo que no siempre acaece. Cuando se logra, la persona es capaz de tomar decisiones adecuadas, comprender y corregir sus errores, ejercer el razonamiento objetivo y concretar lo que se propone o – de ser no así – al menos realizar un proceso de vida tendiente a ello. A la vez, también representa el grado de evolución de un pueblo, en un lugar y un momento determinado de la Historia de la Humanidad.
1.- Freud, Sigmund: Sobre un tipo particular de la elección de objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, I) (1910) en: Obras Completas, Vol. XI, Amorrotu, B. Aires, 9ª Edición, 1996, pág. 157, ISBN 950-518-587-1 (Traducción del alemán por José Luis Etcheverry, título original: Über einen besonderen Typus der Objektwahl beim Manne (Beiträge zur Psychologie des Liebeslebens, I).
2.- Freud, Sigmund , Op. Cit. Sobre las teorías sexuales infantiles, Vol. IX (1908).
Trabajo expuesto y debatido en el Congreso Helénico Internacional realizado en la Universidad de Belgrano en el año 2013.